La caída del sueldo real en Argentina frente al relato de la no inflación

En Argentina, los sueldos reales, es decir, el poder de compra de los trabajadores, han caído significativamente en los últimos años. A pesar de que el gobierno actual celebra una supuesta baja en la inflación, los precios de bienes y servicios esenciales, como alimentos, transporte y salud, siguen subiendo más rápido que los ingresos de la mayoría. Esto significa que, aunque la inflación pueda ser menor que antes, el dinero de los trabajadores alcanza para menos cada día.

El gobierno de Javier Milei asegura que la inflación está controlada, con cifras mensuales que rondan el 1,5% en 2025. Sin embargo, los salarios no acompañan este ritmo. Por ejemplo, desde diciembre de 2024, los sueldos formales cayeron un 0,9% en términos reales, mientras que los informales subieron un 13,5%, pero no lo suficiente para compensar pérdidas anteriores. Esta situación genera una sensación de estancamiento, porque los aumentos salariales no alcanzan para recuperar el poder adquisitivo perdido.

La narrativa oficial de “no inflación” choca con la realidad de los trabajadores. Los precios de servicios clave, como comunicación (4,1%) o salud (2,7%), crecen por encima del promedio inflacionario, afectando especialmente a los sectores más vulnerables. Mientras tanto, el gobierno limita los aumentos salariales a un 1% mensual, lo que profundiza la brecha entre ingresos y gastos. Esta política busca estabilizar la economía, pero deja a muchas familias con menos capacidad para cubrir sus necesidades básicas.

En comparación con años anteriores, el daño acumulado es evidente. Desde 2017, el sueldo informal perdió un 35,4% de su valor real, el formal un 25,3% y las jubilaciones un 40,9%. Aunque el gobierno destaca logros macroeconómicos, como el superávit fiscal, la economía real sigue sin mejorar para la mayoría. La estabilización de precios no se traduce en una recuperación del poder adquisitivo, lo que genera descontento y presión sindical.

La idea de que la inflación está controlada no refleja la realidad de los argentinos. Los sueldos no suben al ritmo de los precios, y la caída del poder adquisitivo sigue siendo un problema central. Mientras el gobierno insiste en su estrategia de contención, los trabajadores enfrentan el desafío de llegar a fin de mes en un contexto donde la “no inflación” parece más un relato que una solución efectiva.

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