El fin de semana que pasó, miles de ciudades estadounidenses se convirtieron en epicentro de las protestas “No Kings” (Sin reyes) una de las movilizaciones más grandes en décadas contra la administración de Donald Trump. Con estimaciones que superan los siete millones de participantes en todo el país, estas manifestaciones pacíficas pero enérgicas denunciaron el autoritarismo del presidente con multitudes en Los Ángeles, Nueva York, Chicago y pueblos pequeños ondeando pancartas y vistiendo disfraces inflables para ridiculizar su figura monárquica.

Organizaciones como la ACLU (Unión Americana de Libertades Civiles) destacaron que esta ola supera en escala las protestas postelectorales de 2024, reflejando un descontento creciente con políticas de Trump.

Las medidas aberrantes contra los inmigrantes han sido un detonante clave. Desde enero, Trump ha declarado una “invasión” en la frontera, sellándola y prohibiendo asilos en territorio estadounidense, lo que ha llevado a detenciones masivas obligatorias y deportaciones violentas con un presupuesto de 170 mil millones de dólares asignado a las fuerzas de seguridad a cargo. Estas acciones, inspiradas en el controvertido “Project 2025”, han separado familias y violado derechos humanos, según Human Rights Watch, exacerbando el sufrimiento de comunidades latinas y centroamericanas en un contexto de crisis humanitaria.
También en el marco de los derechos humanos y civiles, ha eliminado programas de diversidad e inclusión, fomentando discriminación y violencia contra la comunidad LGBTQ+.

En el ámbito cultural, el gobierno de Trump ha impulsado prohibiciones de libros en escuelas y bibliotecas federales, incluyendo obras como “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez, alegando “contenido inapropiado” que promueve ideales progresistas. Paralelamente, en el ámbito de la salud, la Ley de Reconciliación de 2025 ha recortado Medicaid y el ACA, obligando a millones a pagar primas más altas por el servicio médico y dejando a miles de habitantes sin acceso a atención básica. También ha permitido una suba de precios desmesurada en medicamentos e insulina, rescindiendo órdenes ejecutivas previas y elevando costos para diabéticos y pacientes crónicos.

A esto se suma el caos presupuestario: Trump gobierna sin aprobación del Congreso desde finales de septiembre, con un cierre federal que entra en su día 20, paralizando servicios y afectando a trabajadores públicos, mientras se financian guerras extranjeras y a países en crisis como Argentina, sólo para hacerse con el poder de sus recursos naturales y esenciales como el litio y defender a los empresarios y grandes millonarios que juegan con las finanzas todos los días.
Estas políticas y decisiones en contra del pueblo, de su bienestar y su economía, que viola derechos humanos básicos, resquebraja la ley y de este mismo modo también a la propia democracia, ha generado un movimiento de protesta y conciencia en la gente que salió este fin de semana a decir basta en una nación al borde del abismo.

