La guerra entre Israel e Irán, tiene sus raíces en una larga rivalidad, aunque el principal motivo actual se centra en el programa nuclear iraní. Israel se basa en la creencia de la fabricación de armas nucleares de parte de Irán, algo que considera una amenaza grave para su seguridad. Por su parte, Irán asegura que su energía nuclear es solo para fines pacíficos, como generar electricidad. A pesar de estas afirmaciones, Israel ha atacado en las últimas semanas instalaciones nucleares iraníes, como Natanz y Fordow, argumentando que es necesario frenar este supuesto peligro.

Con todo, la ONU y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) no han encontrado pruebas claras de que Irán esté desarrollando armas nucleares.
Irán ha insistido en que su programa nuclear es legítimo y está protegido por el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), del que es miembro. Este tratado permite a los países usar energía nuclear con fines civiles bajo supervisión internacional. Israel, además de no haber firmado el TNP y poseer armas nucleares, ha violado el derecho internacional al bombardear instalaciones nucleares iraníes, algo prohibido por las normas globales.

Los ataques israelíes no solo han dañado infraestructura nuclear, sino también bases militares y han causado la muerte de científicos y civiles iraníes.

Esto ha llevado a Irán a responder con misiles contra Israel, escalando el conflicto. Incluso el director del OIEA, Rafael Grossi, ha dicho que atacar instalaciones nucleares es ilegal y peligroso.

En resumen, la guerra entre Israel e Irán se centra en el temor israelí a un supuesto programa nuclear militar iraní, aunque no hay pruebas sólidas de esto. Los ataques de Israel, que violan tratados internacionales, han intensificado el conflicto, mientras Irán defiende su derecho a usar energía nuclear pacífica.