José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay (2010‑2015), falleció este martes en Montevideo a los 89 años tras una prolongada lucha contra el cáncer de esófago que se extendió al hígado en enero de 2025. Conocido mundialmente como “el presidente más austero”, Mujica militó toda la vida, fue un presidente que rompió con todos los moldes, logró el dialogo político entre distintos sectores y supo inspirar a todos los progresismos del mundo consolidando su imagen de líder austero y cercano al pueblo.

Breve semblanza
Mujica nació el 20 de mayo de 1935 en Montevideo y, tras pasar 14 años preso como miembro del Movimiento de Liberación Nacional‑Tupamaros en la dictadura (1973‑1985), fue amnistiado y se incorporó al Frente Amplio junto a su compañera de militancia y de vida. Como presidente, impulsó reformas clave: legalización del matrimonio igualitario (2013), del aborto (2012) y del cannabis recreativo (2013), además de fortalecer políticas sociales como el Plan Juntos y elevar el salario mínimo.

Últimos meses y respuesta internacional
En abril de 2024 se le diagnosticó un cáncer de esófago, y en enero de 2025 se confirmó su extensión al hígado. Mujica había expresado su deseo de no prolongar tratamientos y recibir cuidados paliativos. Su muerte desató un aluvión de homenajes: el presidente uruguayo Yamandú Orsi, exmandatarios como Evo Morales y Gustavo Petro, y figuras de la cultura latinoamericana recordaron su “sabiduría y humildad”
Legado y enseñanzas
Más allá de sus políticas, Mujica trascendió como un “oráculo de la sencillez”: sus discursos, cargados de reflexiones sobre el consumo (“no vivas temblando frente a la muerte”), y su vida frugal inspiraron debates sobre la ética en la política y el bienestar social. En sus memorias y entrevistas –como las brindadas a la BBC– defendió siempre la “democracia participativa” y la necesidad de un “capitalismo con rostro humano”.
En Morón, donde el compromiso cívico y la reflexión social forman parte del debate local, el ejemplo de Mujica resuena como un llamado a la modestia y al servicio público. Sus reformas progresistas y su estilo de vida plantean preguntas sobre las prioridades en el uso de recursos y la responsabilidad social de los gobernantes.












